REAPERTURA GRADUAL DE LAS ÁREAS SILVESTRES PROTEGIDAS |
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Por Alvaro Promis, Daniela Cortés e Ingrid Espinoza publicado en Biodiversidata Nº8
La última naturaleza corresponde a las áreas del planeta que se han mantenido en un estado silvestre, en las que ha existido una baja influencia humana. Las áreas con mayor grado de condición silvestre en el planeta presentan una variedad de funciones, entre las que se destaca: i) poseer ecosistemas que son importantes zonas de amortiguamiento contra el efecto del cambio climático y otros impactos inducidos por la presencia humana, ii) contener biodiversidad única y mezclas de especies a niveles de abundancias cercanos a las condiciones naturales, iii) soportar procesos ecológicos que mantienen biodiversidad a grandes escalas de tiempo, iv) poseer reservas de información genética, v) poder ser utilizadas como ecosistemas de referencia, para llevar a cabo actividades de restauración en tierras degradadas, vi) poseer refugios para especies que están disminuyendo en ambientes intervenidos por la acción humana, vii) ser grandes sumideros de carbono y poder secuestrar carbono atmosférico, viii) influir en la regulación del ciclo hidrológico, ix) ser hogar de comunidades indígenas y poder reducir pobreza y marginalización, x) presentar una excepcional belleza natural, y xi) ser los últimos lugares que quedan en la tierra donde los científicos pueden estudiar la biodiversidad y los procesos naturales libres de la presión antrópica. A nivel mundial han existido a lo menos tres aproximaciones para estimar las áreas con características silvestres o de última naturaleza. Zonas de la Patagonia, a través de estas tres aproximaciones de cálculo, siempre han sido incluidas dentro de las áreas silvestres del planeta, por la baja cantidad de población y la baja huella de impacto humano.
A lo largo de la Patagonia chilena se distribuyen 18 Parques Nacionales, desde Puerto Montt hasta el Cabo de Hornos, en la llamada Ruta de los Parques Nacionales de la Patagonia. El aumento en número y la extensión en superficie de los parques nacionales a nivel del país se ha producido a través de un trabajo público-privado realizado por el Estado de Chile y la Fundación Tompkins Conservation. El año 2005 se creó el PN Corcovado y el año 2013 el Parque Nacional Yendegaia, con donaciones de la Fundación Tompkins Conservation y aportes fiscales. El año 2018, se concretó el proyecto Red de Parques Nacionales de la Patagonia Chilena, el que contempló: 1) la creación de tres nuevos parques nacionales (PN Pumalín Douglas Tompkins, PN Melimoyu y PN Patagonia) y una reserva nacional (RN Kawésqar), 2) la ampliación de tres parques nacionales existentes (PN Hornopirén, PN Corcovado y PN Isla Magdalena) y 3) la ampliación y recategorización del PN Kawésqar (anteriormente RN Alacalufes) y la recatogarización de la RN Cerro Castillo a parque nacional.
Los parques nacionales son fundamentales para detener los procesos de altas tasas de extinción de especies y de poblaciones silvestres que se están presentando en estos tiempos, aseguran la perpetuidad de los procesos ecológicos y la evolución. Por ello se están realizando llamados internacionales para priorizar y establecer nuevas áreas de protección, que puedan incluir áreas silvestres con alto grado de naturalidad, donde la huella humana haya sido muy baja, por la calidad y quizás cantidad de servicios y funciones que son capaces de proveer sus ecosistemas. Por lo menos, en la Patagonia chilena se ha documentado la necesidad de replantear la superficie de áreas silvestres protegidas, para mantener un alto valor de procesos en los ecosistemas naturales a lo largo del tiempo.
La Patagonia ha sido considerada como una de las zonas del planeta que mantienen alta superficie en condición de cercanas a lo natural, aunque no es de las más grandes, al compararla con aquellos países que contienen mayor superficie de áreas más silvestres del mundo, tales como Rusia, Canadá, Australia, Brasil, entre otros. Sin embargo, estas áreas de la Patagonia presentan varios procesos ecosistémicos, los que tienen un alto potencial para proveer múltiples servicios. Desde un punto de vista biogeográfico, en la Patagonia Occidental se encuentran presentes las ecorregiones de Bosque Magallánico Subantártico, Bosque Templado Valdiviano, Estepa Patagónica y una zona de Rocas y Hielos. La zona de rocas y hielos corresponden a áreas de glaciares que se encuentran en Campos de Hielo Norte, Campos de Hielo Sur, en el Fiordo de Última Esperanza y en la Cordillera de Darwin, los que se encuentran mayoritariamente dentro de la ecorregión del Bosque Magallánico Subantártico.
Desde un punto de vista de vegetación, estas ecorregiones presentan una alta variación, siendo descritas por las regiones del Bosque Andino-Patagónico, el Bosque Siempreverde y las Turberas, y el Matorral y la Estepa Patagónica. La región del Bosque Andino-Patagónico, dominado por la presencia de lenga (Nothofagus pumilio) se presenta hacia el límite altitudinal superior de la vegetación al norte de su distribución y hacia el sur limita con la estepa patagónica. En la región del Bosque Siempreverde y de las Turberas se presenta una gran variedad de relieves, con sectores montañosos, campos de hielos e innumerables archipiélagos, lo que condiciona, junto a las altas precipitaciones y temperaturas relativamente bajas, los paisajes vegetacionales de bosques siempreverdes con coníferas, tales como alerce (Fitzroya cupressoides), que se encuentra en peligro de extinción a nivel nacional, o ciprés de las Guaitecas (Pilgerodendron uviferum); el bosque siempreverde micrófilo dominado por coihue de Magallanes (Nothofagus betuloides) y la zona de turberas, matorral y estepa pantanosa, con abundantes turbas esfagnosas (especialmente con Sphagnum magellanicum). En cambio, la región de la Estepa Patagónica está dominada por especies de gramíneas y arbustos bajos, debido a las condición árida y fría presente en la zona.
Desde un punto de vista de biodiversidad, las ecorregiones de Bosque Templado Valdiviano y la Estepa Patagónica han sido propuestas como de prioridad para la conservación global, las que han sido clasificadas en un estado de conservación crítico o en peligro. La ecorregión de Bosque Templado Valdiviano destaca por la alta diversidad en géneros de especies arbóreas, muchos de los que son monotípicos y de origen Gondwánico; la presencia de alerce, especie conífera de las más longevas y grandes del mundo; tener boques altamente productivos; poseer una alta actividad volcánica y grandes masas de agua, en ríos, lagos, glaciares y campos de hielo. La ecorregión de la Estepa Patagónica es reconocida, en cambio, por contener especies de mamíferos endémicos. Por otro lado, los bosques subantárticos están dominados por las especies lenga y coihue de Magallanes. Desde la estepa patagónica hacia la costa occidental hay un cambio en la composición de los bosques, desde aquellos dominados por las especies deciduas ñire (Nothofagus antarctica) y lenga, hacia aquellos dominados por la especie siempreverde coihue de Magallanes. Esta zona también posee una alta riqueza de plantas de especies no vasculares (musgos, hepáticas y antocerotes), conteniendo más del 5% de las especies de briófitas del mundo. Además, en estos bosques subantárticos se presenta una amplia superficie dominada por una variedad de humedales anegadizos, entre los que destacan los bosques turbosos de tepú (Tepualia stipularis) y de ciprés de las Guaitecas, con turbas esfagnosas, que dependiendo de las especies que la conformen, dan origen a diferentes asociaciones de vegetación
La vegetación en última naturaleza conservada a lo largo de Ruta de Parques Nacionales de la Patagonia corresponde mayoritariamente a bosques nativos, los que en su mayoría se presentan con estructuras de árboles adultos y achaparradas. Por un lado, los bosques achaparrados se encuentran especialmente en zonas altas de la Cordillera de los Andes, formando parte del límite de crecimiento arbóreo. En estos bosques achaparrados, los árboles pueden crecer con forma de krummholz (con troncos retorcidos y dispuestos a ras de suelo), compuestos en su mayoría por las especies deciduas del género Nothofagus (lenga y ñire) y hacia la zona más austral, en Tierra del Fuego, también por la especie siempreverde coihue de Magallanes. En general, estos bosques achaparrados deben encontrarse en condiciones de alta naturalidad o muy cerca de ella, ya que los árboles no presentan características de ser aptos para la explotación forestal. Por otro lado, los bosques nativos adultos, al mantener su composición y estructura se pueden clasificar todavía como primarios y seguramente no se encuentran degradados, por lo que sus procesos ecosistémicos se pueden mantener en el tiempo
En este sentido, la alta cantidad de superficie de bosques clasificados como de última naturaleza a lo largo de la Ruta de Parques Nacionales de la Patagonia avanza en la dirección de generar esfuerzos para disminuir la degradación y pérdida de paisajes con bosques sin intervención, y protegerlos de una gran ola de extinción en las últimas áreas del planeta con alto nivel de naturalidad. La pérdida de bosques y su degradación han demostrado ser menores en la medida que los bosques se encuentran protegidos. La retención de estos bosques primarios e intactos, tanto con estructuras achaparradas y adultas, son muy importantes en el marco de estrategias de conservación proactivas, ya que disminuyen la posibilidad de deforestación y soportan valores ecosistémicos, que en el contexto global presentan alto valor, como son la mantención de la biodiversidad, de culturas indígenas y de salud humana, así como también el secuestro y almacenamiento de carbono y la provisión de agua.
De esta manera, la extensión de la Ruta de Parques Nacionales en la Patagonia se conduce hacia los llamados internacionales de promoción de conservación en áreas protegidas, a través de impedir la pérdida y la degradación de bosques primarios, y la de promover su conservación, incluyendo paisajes de ecosistemas lo más intacto posible, especialmente con bosques, lo que posibilita la mantención de procesos ecosistémicos en ambientes silvestres, como los que se encuentran en la última naturaleza al sur del mundo.
Con este reconocimiento se espera desarrollar infraestructura vial con el fin de mejorar la experiencia de visitantes y comunidades locales.
El 11 de diciembre de 2018, esta área protegida alcanzó la categoría de parque nacional, la más alta forma de conservación para un área silvestre en Chile.
Esta es la segunda especie endémica hallada en 2024 en la Ruta de los Parques de la Patagonia, luego del Monito del Monte descubierto en la misma área protegida.
Imagen cortesía de: CONAF Minagri
Fueron más de 500 postulaciones a esta instancia de formación gratuita sobre los diversos ecosistemas de la Patagonia chilena.
Para 2025 se espera abrir una nueva versión del programa, también con un llamado abierto a postular.
La cumbre de ATTA 2025 se desarrollará entre el 13 y el 16 de octubre en Puerto Natales. Luego de 10 años nuestro país será nuevamente el epicentro del turismo aventura mundial, albergando una nueva versión de la Adventure Travel World Summit desarrollado por la Adventure Travel Trade Association (ATTA).
El plazo para la entrega de los trabajos es hasta el 10 de octubre. Los participantes deben llevarlos a las oficinas provinciales o de las áreas protegidas de CONAF en la Región de Aysén.
Hasta hoy solo relatos sustentaban la idea de que este marsupial vivía más al sur de Los Lagos. Pruebas de ADN ambiental confirmaron su presencia en el Parque Nacional Queulat.
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